De Rutas por Antigüedad

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Desde Antigüedad hay otro punto de partida para adentrarse en el Cerrato palentino y subir sus «cuestas», recorrer los páramos o bordear los «barcos».

Rutas para seguir el vuelo majestuoso de las avutardas, sorprenderse con el altivo correr entre los rastrojos de la perdiz, contemplar las reposadas evoluciones de la calandria.

Las rutas son para captar a la fugaz liebre, oir como se levanta un bando de codornices y examinar las sendas que los jabalíes hacen cuando se aproxíman a los arroyos por la noche. Para sentir el sol y el aire del páramo, cuyo uniforme paisaje rompen de color verde la encina, el quejigo, el enebro o la sabina albar. Para oler el espliego, la salvia, el tomillo, y el té. Ver, en los límites de los quejigales con los cultivos, cómo crecen las rosas de monte y las aulagas.

Las rutas son para buscar la Cruz de la Muñeca, aliviar la sed de la Fuente de los Serranos, comer una tortilla a la sombre de la centenaria Enebra, adentrarse en un chozo, elucubrar sobre el orígen del Paredón, buscar la utilidad al Torreón, recordar sobre la cañada Real Burgalesa los antiguos pleitos entre La Mesta y Antigüedad o recorrer el umbrío valle de Fuente Luciana. Partiendo desde Antigüedad, hay otro Cerrato por ver y sentir

De Ruta por Antigüedad

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